Hoy se cumplen 109 años del nacimiento de uno de los vecinos más ilustres de toda nuestra historia: Julio Cortázar. Los que sigan mis columnas en La Unión sabrán que los relatos sobre los grandes hombres y mujeres que dejaron una huella en nuestro partido son los que más me gustan contar. Y vaya si Cortázar lo hizo, dentro y fuera de las fronteras de Lomas de Zamora. Pero en algún momento, antes de convertirse en uno de los más grandes escritores argentinos de la historia, él fue un pibe de Banfield. Como yo, como vos.
Nuestro protagonista nació en Ixelles, distrito de Bruselas, en el verano (europeo) de 1914. Su padre, un diplomático porteño, trabajaba por entonces en la Embajada argentina en Bélgica como agregado comercial. Hacia fines de la Primera Guerra Mundial, la familia pudo mudarse a Suiza gracias a la nacionalidad alemana de una de sus abuelas maternas. Poco después se volvieron a mover, esta vez a Barcelona, donde vivieron un año y medio.
Pero cuando el pequeño Julio cumplió 4 años, los Cortázar tomaron la decisión de volver a la Argentina. Y eligieron a Banfield, más específicamente al barrio parque, con viviendas amplias y con mucho terreno que se estaba formando muy cerca de la estación de tren. La casa familiar estaba en Rodríguez Peña 585, entre San Martín y Azara, donde hoy lo recuerda una placa.
De chico, Julio tenía que pasar mucho tiempo en cama porque se enfermaba seguido. Fue durante esos aburridos momentos que el pequeño descubrió a la lectura, su gran compañera. El precoz escritor, que creció junto a su madre, María Herminia, una tía y su hermana Ofelia, cursó la primaria en la Escuela Provincial N°10, que estaba ubicada en Maipú y Belgrano, del otro lado de las vías. Se recibió en 1928, a los 14 años, con un promedio sobresaliente.
¿Referencias en sus textos sobre su infancia y adolescencia en Banfield? Muchísimas: algunos de esos recuerdos infantiles fueron relatados en “Los Venenos” y “Deshoras”, dos de sus obras más conocidas, en las que dio a entender que pasó momentos difíciles. “Mucha servidumbre, excesiva sensibilidad, una tristeza frecuente”, escribió al respecto en una carta dirigida a su amiga Graciela M. de Sola, en 1963.
Nuestro barrio fue apenas una escala en su vida. Apenas logró independencia de su madre, Cortázar buscó nuevos horizontes: Bélgica, Suiza, España y Francia fueron sus otros hogares. París fue la ciudad donde más tiempo vivió. Allí se estableció a partir de 1951, donde ambientó muchas de sus obras y donde murió el 12 de febrero de 1984. Maestro del relato corto, la prosa poética y la narración breve en general, Cortázar creó una nueva forma de hacer literatura en Latinoamérica. Y es bien nuestro. ¡Hasta la semana que viene!