Es muy común hoy día que algunas personas levanten un muro como mecanismo de defensa ante la posibilidad de volver a enamorarse, porque temen nuevamente sentirse vulnerables y no quieren volver a abrir viejas heridas. La reticencia a no involucrarme dentro de una nueva relación luego de haber sufrido una mala experiencia está dentro de lo normal. No obstante, hay que tomar conciencia de que quizá me estoy perdiendo una buena oportunidad.
«Tengo miedo a enamorarme otra vez». Cuando me digo esto, no siempre soy consciente de que siento muchos más miedos sumados al propio hecho de iniciar una nueva relación. Nombrar e identificar cada pensamiento, inquietud, temor y sensación me ayudará a sentirme mejor.
Este sería un ejemplo: «Temo que me engañen nuevamente. Me da miedo que vuelvan a jugar con mi autoestima. Me aterra sentirme vulnerable, preocuparme por si me estarán mintiendo, por si me querrán verdaderamente…». Todos esos miedos son aspectos que debo revisar y trabajar. Si tiene algo positivo el haber pasado por varias relaciones, es el aprendizaje, el poder dar forma a una nueva versión de mí mismo, una más segura, madura y consciente.
Si me da miedo que un nuevo amor abra mis cicatrices del pasado, es que esas heridas aún no están del todo sanadas. Si el recuerdo aún me duele, es que tengo una cuenta pendiente
conmigo mismo. No es conveniente hacer como si nada y arriesgarme a una nueva relación como si esas heridas emocionales no existieran. Lo que no está sanado me impedirá amar y que me amen como merezco. Lo que duele afecta todos los aspectos de mi vida, me vuelve temeroso y desconfiado. La frustración me bloquea y no me permite avanzar.
Si tengo miedo a enamorarme otra vez, probablemente es porque pasé por una relación que me dañó muchísimo. Es un hecho que conviene asumir y afrontar de manera adecuada. ¿De qué manera? Recomponiendo los fragmentos de esa relación, de esas dinámicas que debilitaron mi autoestima. Tras estas vivencias, solo queda una opción posible y recomendable: darme tiempo para amarme a mí mismo como lo merezco. Regalarme nuevas ilusiones, apreciar lo que soy, darme lo que necesito y tener nuevos proyectos, son formas de ir reconstruyendo la autoestima.

El tiempo por sí solo no sana las heridas. Lo que me repara es mi actitud, es decir, las ganas de salir adelante y superar lo vivido. Puedo decir que tengo miedo a enamorarme otra vez y sentirlo así, es comprensible y respetable. Ahora bien, todo miedo es aceptable siempre y cuando no actúe limitando mi vida. Lo más acertado, en estas circunstancias, es darme el tiempo que sea necesario para procesar lo vivido, pidiendo ayuda profesional si es necesario.
No obstante, tampoco es bueno autosabotearme, vetando la oportunidad de ser feliz de nuevo. Porque hay un hecho que debo tener presente: el amor sano no hiere, enriquece. La
persona que ama de manera saludable me hará sentir fuerte y seguro, no vulnerable. El afecto auténtico me dará seguridad, no dudas.
Me doy el tiempo para sanar y volver amar. No merece la pena ponerme corazas cuando, en realidad, hay amores por los que vale la pena arriesgar el corazón nuevamente.