A mucha gente no le gusta festejar su cumpleaños. A mí sí. Y si es rodeado de afectos, mucho más.
Hace unas horas festejé mis 59 con mi familia, de vacaciones. ¿Qué más puedo pedir? Es una bendición. Me cantaron a cada rato, me mimaron, nos reímos juntos, jugamos y festejamos a nuestra manera, divirtiéndonos. No necesito nada más. Soy eternamente feliz.
Los abrazos y el afecto hacen que el camino sea puro placer. Para un eterno agradecido como yo, festejar los cumpleaños es festejar la vida, compartida con felicidad. Y brindar por seguir estando juntos.
La vida avanza, irremediablemente. Hay que disfrutarla, aceptarla. Se trata de un camino, a veces sinuoso, otras asfaltado, recto, con curvas, empedrado… lo importante es saber doblar, frenar a tiempo o acelerar en el momento justo. Disfrutá hoy con la familia, los amigos, los afectos…
Quería compartir estas reflexiones con ustedes, los que siempre están y son tan generosos conmigo. Gracias por estar. ¡Los quiero!
Te lo dice un amigo.