¿Cuándo voy a ser feliz?, le preguntó una mujer insatisfecha a la mujer más anciana del valle.
La anciana le respondió:
—Cuando te canses.
La mujer la miró sorprendida, sin entender.
—¿Cómo que cuando me canse?
—Sí, sí. Cuando te canses de preocuparte por el mañana. Cuando te canses de compararte con otros. Cuando te canses de revivir el pasado, de pensar en lo que fue tu vida y en lo que pudo haber sido. Cuando te canses de querer ser diferente, de mirar con lupa todo lo que te falta… Cuando te canses de resistirte, de pelear contra vos misma, y empieces a escuchar los deseos de tu alma. Ahí vas a dejar de sentirte frustrada.
—Es como la semilla, ¿viste? —agregó la anciana—. La semilla se abre paso con fuerza a través de la tierra. Así también, cuando te canses de verdad, va a nacer dentro tuyo una decisión inquebrantable: la de elegir ser feliz por encima de cualquier otra posibilidad. Como la semilla elige la vida.
Me encantó este cuentito. Porque, la verdad, uno se cansa. De reclamar, de pedir, de vivir pensando en el futuro o en el pasado. De enfocarse en lo que le falta. Y cuando, de a poco, te empezás a olvidar de todas esas cosas… ahí empezás a ser feliz.
Me encantó este texto y te lo quería compartir.
Te lo dice un amigo.
