¿Cómo no quererlos? Ellos forman parte de mi vida y de la tuya. Tal vez ahora nos veamos menos tiempo, pero esa alegría seguirá por siempre en nuestros corazones. Además de tremendos profesionales, son buenos seres humanos, que para mí es lo más importante.
El finde nos despedimos en mi casa. Siempre con una sonrisa, porque de eso se trata la vida. Nunca dejaremos de ser Tempraneros; eso no lo va a cambiar nadie.
Trabajar con buena gente lo es todo. Puedo asegurar que, más allá de los éxitos o las crisis que hayamos atravesado, la clave siempre fue cómo nos acompañamos en cada momento. Es un privilegio haber compartido tantos días con personas que, además de su profesionalismo, tienen un corazón enorme.
Los buenos vínculos son los que te sostienen cuando las cosas se complican y los que te empujan a disfrutar aún más cuando todo sale bien. En un trabajo como el nuestro, que a veces es tan demandante, rodearse de compañeros que te alegran las mañanas y te dan fuerzas para seguir es una verdadera bendición.
Por eso, no se olviden nunca de valorar a las personas que tienen cerca. Sean generosos con sus compañeros, celebren sus logros y estén ahí cuando las cosas no salgan como esperaban. Yo me llevo de acá no solo aprendizajes profesionales, sino también amistades que sé que durarán toda la vida. Y eso, créanme, no tiene precio.
A todos los que alguna vez se cruzaron conmigo en este camino, gracias por hacer de cada jornada un poco más luminosa. Y a ustedes, que están del otro lado, gracias por la compañía de siempre y la generosidad.
Felices fiestas para todos. Nos vemos pronto.
Te lo dice un amigo.