Aprender a estar solo me aleja de sostener relaciones tóxicas, mejora la relación conmigo mismo, y mi autovaloración y me acerca a lo que realmente deseo en la vida. La soledad me ayuda a aprender a regular mis emociones. Tiene un efecto que me prepara para interactuar de mejor manera con otros y me ayuda a descubrir nuevos intereses. Una encuesta en línea llamada El test de reposo del New York Times, mostró que la mayoría de las actividades que las personas definían como agradables y tranquilas eran cosas que se hacen a solas.
A pesar de las presiones sociales y el temor en torno a pasar tiempo solos, es algo que nuestro cuerpo y mente necesitan. Cuando tengo miedo a estar solo, termino tapando eso que me falta con personas o cosas que no me generan bienestar, por el simple hecho de no sentirme solo. Y el verdadero fracaso no es estar solo, sino seguir por la vida repitiendo patrones que me llevan siempre al mismo tipo de relaciones.
Tener una relación de pareja no es una necesidad biológica ni algo que mi organismo necesite para sobrevivir. La necesidad surge por razones sumamente orgánicas y se descarga totalmente en una acción específica, como alimentarme o higienizarme.
Cuando elijo estar en pareja desde la libertad, realmente lo estoy haciendo porque deseo estar con esa persona, porque es alguien que me aporta y me hace crecer, aun sabiendo que no necesito estar con nadie para ser feliz.
Existe un temor a la soledad que cada vez está más presente en nuestra sociedad. Lo podemos ver en las publicidades que nos muestran constantemente que la vida es de a dos, como ir al cine o al teatro, salir de viaje o disfrutar de una cama king size, pero la realidad es que las personas nacemos y morimos solas. A pesar de crear lazos afectivos sanos a lo largo de la vida, necesarios para el crecimiento y bienestar, también debo aprender a valerme por mí mismo y encontrarme tranquilo y en paz incluso en los períodos de soledad.
Lamentablemente, muchas personas no ponen fin a una relación de pareja por miedo a quedarse solas o porque no se creen suficientes y capaces de encontrar algo mejor. En muchas ocasiones, lo que se esconde detrás del miedo a la soledad, es el miedo a estar con uno mismo. Cuando estoy solo, comienzan a invadirme pensamientos incómodos sobre mi valía como ser humano: «No soy suficiente», «Nadie se va a fijar en mí». Es fundamental hacerles frente a estos pensamientos, para aprender a quererme y a valorarme, y poder ver el vaso medio lleno, buscando pensamientos alternativos sobre mí mismo, enfocándome en lo bueno que tengo para dar y en todo lo que logré hasta el momento: hacer una autocrítica constructiva que me lleve a mejorar.
Todos tenemos la capacidad para superar el temor a la soledad y lograr sentirnos tranquilos en los momentos en los que nos toca encontrarnos solos. Pero no solo eso, sino también disfrutar de esos ratos a solas con uno mismo y descubrir que estar solo no significa necesariamente sentirse solo.
