A diferencia de muchas otras grandes ciudades, el pulso de Lomas de Zamora siempre estuvo marcado por el tren. Como todo suburbio, nuestro partido se expandió alrededor de las vías, su centro nace en la estación y, a diferencia de los porteños, son muy pocos lo vecinos que nunca se subieron a un vagón del Roca para ir a trabajar, estudiar, pasear o hacer trámites en la Capital. Basta prender el televisor un día de paro para entender las complicaciones que genera no tener el tren. No por nada es la línea ferroviaria que más pasajeros transporta en la Argentina.
Si bien el ferrocarril fue un pilar fundamental para nuestro desarrollo como comunidad, las primeras vías se construyeron bastante antes de que Lomas se convirtiera en un destino popular para quienes decidían armar una vida, como sí lo fue durante el siglo XX.
De hecho, el tren llegó a La Paz (así se llamaban nuestros pagos en esa época) en 1865. Hasta ese momento, el único medio de transporte disponible para llegar hasta Lomas era la carreta. El paisaje que se podía ver a través de las ventanillas en aquellos primeros viajes era, claro, muy diferente al actual. Al pasar por la altura de Banfield, cuya estación se inauguró en 1873, se entraba en una zona de montes y árboles frutales que habían sido plantados por el alcalde Tomás Grigera.
La estación de Temperley, llamada así en homenaje a George Temperley, un rico propietario de tierras de la zona que gestionó el trazado del pueblo, había sido levantada dos años antes.
El primer jefe de estación Ciudad de La Paz se llamaba Blake. Los trenes, en esa época, tenían un recorrido acotado: partían diariamente desde Plaza Constitución a las 9 de la mañana, llegaban a la estación Barracas a las 9.10 y a Lomas a las 9.35. De regreso, el mismo tren salía de Lomas a las 11.30 para llegar a Buenos Aires a las 12.20. Otro tren procedente de Chascomús llegaba a Lomas a las 19.30 para detenerse en Constitución a las 8.10. Como podrán ver, el tiempo de viaje era bastante similar al actual, aunque con algunas paradas menos.
Con los años vino la duplicación de vías y más tarde la cuadruplicación, ya que el Ferrocarril Sud determinó que eran necesarias cuatro sendas entre Plaza Constitución y Temperley para atender a los crecientes servicios de trenes que cada año debían servir los ramales con más frecuencias y longitud.
Hoy la estación de Lomas es una de las más importantes por cantidad de pasajeros de todo el Conurbano bonaerense. Y, si bien falta mucho, el trabajo realizado en los últimos años sirvió para mejorar un poco la calidad del servicio prestado. Ojalá que en el futuro todos disfrutemos de mejores prestaciones, más frecuencia y más seguridad. Hasta la semana que viene.