Hace algunos días se cumplió el 31° aniversario de uno de los momentos más importantes de mi vida. En realidad, de nuestra vida: mi casamiento con Bochi.
Éramos muy jóvenes cuando decidimos sellar nuestro amor para siempre. Pero a pesar de nuestra corta edad teníamos las cosas claras y varios sueños: formar una familia, disfrutar cada momento y crecer juntos.
Pasamos muchas cosas. Buenas y malas, como todas las parejas. Pero la premisa fue siempre la misma, estar siempre juntos y enfrentar los desafíos de a dos. Son 31 años de compartir, de soñar, de vivir la misma vida juntos. Contra viento y marea. Superando miles de obstáculos. Riéndonos a carcajadas y llorando abrazados.
Hoy seguimos en el mismo barrio que nos vio nacer, con nuestros amigos de siempre. No hay éxito que pueda hacer cambiar nuestra forma de ver la vida. Elegirnos cada día, de eso se trata. De conocernos y entendernos. De ver crecer a nuestros hijos. ¿Nuestro lema? Siempre juntos…
A veces me preguntan cómo hago yo para despertarme con una sonrisa cada día, tan temprano… Y mi respuesta es porque la veo a ella. Silvia es mi motor, mi equilibrio necesario. Ella me enseñó a nunca bajar los brazos y a ser feliz con lo que tenemos, no con lo que queremos tener. Bochi es mi compañera. La mujer más importante de mi vida.
Me despido desde Bariloche, donde me vine a pasar unos días de descanso. Con Bochi, claro. ¿Con quién si no?
Te lo dice un amigo.