Desde que conozco a Bochi me decía que quería conocer las Cataratas del Iguazú. ¡Por fin lo hicimos! Me encantó ver su rostro emocionado. Cuando la vi acercarse a semejante majestuosidad, en medio del sonido estruendoso del agua perdiéndose en la Garganta del Diablo, me temblaban las piernas. Ella se quedó en silencio mirando semejante belleza, como perdida en el tiempo, sin querer soltar. Tal vez viajó a su infancia, cuando las dibujaba para el colegio.
Somos tan pequeños ante tanta inmensidad… Mirar la caída constante del agua nos hipnotiza, nos paraliza, nos deja en silencio.
Esta escapada de novios fue una experiencia única, llena de buena vibra ante semejante inmensidad. No tengo más que agradecimiento a la vida después de los malos momentos que vivimos en este último año. También a los que hicieron posible este viaje inolvidable y a todos los que nos pararon en el camino con ese amor difícil de explicar. Son tan generosos que no me alcanza la vida para agradecerles.
Tanta buena energía nos llenó el alma. Porque la de las Cataratas –una de las 7 maravillas naturales del mundo– es sin dudas energía positiva para el corazón. Se los recomiendo a todos.
Vuelvo a Buenos Aires feliz, con las pilas recargadas y el orgullo de saber que semejante lugar es bien nuestro. Nunca dejes de soñar: ese es siempre el desafío.
Te lo dice un amigo.
