Históricamente, los juegos de azar y apuestas estaban limitados a la población adulta. Hoy, se observa la participación de niños y adolescentes en apuestas en línea. Esta participación se da mayormente entre varones a partir de los 12 años, aunque las estadísticas todavía son difíciles de precisar porque la práctica se realiza muchas veces de manera clandestina u oculta.
Las adicciones a la tecnología, en general, comparten similitudes con las adicciones tradicionales puesto que producen dependencia y abstinencia. “Las adicciones tecnológicas están incluidas dentro de la categoría de adicciones comportamentales”, explica la doctora Gisela Rotblat (M.N. 111.628), jefa del Servicio de Salud Mental Pediátrica del Hospital Italiano. La particularidad, según dice, es que al no tener una sustancia implicada, las personas y su entorno tardan en notar que el hábito se ha vuelto patológico.
Las consecuencias de las apuestas y juegos de azar en adolescentes van más allá de lo financiero. Se observa un deterioro en los vínculos familiares y sociales, sedentarismo, obesidad, alteración del sueño, aislamiento, la tendencia a mentir y realizar gastos compulsivos ya que en general estos gastos son realizados de manera secreta con tarjetas de crédito de los adultos, y un aumento de la irritabilidad y la violencia, al igual que la depresión y la ansiedad.
Si bien nos encontramos ante un fenómeno creciente, no contamos todavía con estadísticas concretas en nuestro país que permitan dimensionar objetivamente esta realidad, ya sea porque aún no es reconocido como un problema certero o por la dificultad para acceder a los datos. A modo de referencia, tomamos la información de dos instituciones españolas: el ministerio de Consumo de España destaca el crecimiento de los jugadores en línea menores de 25 años, que pasaron del 28% al 48% entre 2016 y 2021. Mientras, la Federación Española de Jugadores de Azar Rehabilitados observa un descenso en la edad promedio de inicio del juego a 15 años de edad y detalla que las apuestas en línea pasaron a ser la principal causa de ludopatía en menores de 26 años entre la población a la que asiste.

Los profesionales de la salud, las instituciones educativas, las familias y la sociedad toda deben tomar conciencia de esta problemática emergente. Lo mejor es dar lugar a una comunicación abierta con los chicos, establecer límites al acceso a las tecnologías y fomentar hábitos digitales responsables.
Estos son algunos de los consejos para las familias que transmiten los especialistas:
1- Habilitar otras prácticas o ámbitos de reconocimiento, de pertenencia y de entornos saludables, como los deportivos, culturales y los creativos.
2- Ampliar canales de comunicación con los adolescentes respetando los intereses individuales.
3- Acercarse para conocerlos y compartir, no para juzgar lo que hacen o lo que les gusta.
4- Mostrarse dispuestos a entender su mundo.
5- No dejar a disposición del adolescente tarjetas de crédito y/o claves personales.
6- Promover un uso limitado y responsable de tecnologías con acceso a otras actividades que favorezcan lazos sociales, actividad deportiva y motivar el autocuidado.
7- Conversar sobre los riesgos y anticipar consecuencia
8- Buscar reemplazar por otras actividades y compartir los momentos de juegos.
9- Evitar el “todo o nada” con los castigos y construir un balance.