miércoles, junio 26, 2024
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Nunca es tarde para volver a intentarlo

¡Hola, amigos! Hoy les quiero contar la historia de Maite Martínez, una mujer que tiene 65 años y que es un ejemplo para todos. Maite creció en Ezeiza junto a su papá, en una familia muy humilde, y a los 14 años tuvo que dejar el colegio. Dejó de estudiar y comenzó a trabajar porque había que ayudar la familia.  

“Siempre me sentí una todo terreno, y me ganaba mi platita como niñera”, cuenta ella. Después fue empleada doméstica, hasta que a los 18 años empezó a trabajar en un frigorífico como operaria. Ahí conoció a Gerardo, que después se convirtió su marido.  

Se casó muy joven, a los 21 años, y tuvo cuatro hijos. Obviamente se abocó a su familia hasta los 37. Después volvió al ruedo laboral, enganchó un trabajo como auxiliar en una escuela que está pegadita al Aeropuerto Internacional de Ezeiza y algo se encendió en su interior. En 2005 dijo: “Me falta el secundario”. Y volvió a estudiar allí mismo, donde trabajaba como portera. Avanzó con lo que le quedaba pendiente del secundario, pero faltando un año, por distintas circunstancias de la vida, tuvo que abandonar. Otra vez.  

Todo el esfuerzo que había hecho… los compañeritos le decían: “Tenés que volver a estudiar…”. Y sucedió: en 2022 decidió que ese iba a ser el año para retomar y empezó su tercer intento por terminar la escuela.  

Le costó acomodarse, claro, pero hace unos meses cumplió el objetivo. Maite tuvo muchos obstáculos y palos en la rueda. Temores, miedos… pero se pudo sobreponer y graduarse. “Es como mi mundial… no mi tercera copa, pero sí mi tercera oportunidad. Y no la desaproveché”, dijo ella, a los 65 años. 

Te quería contar esta historia porque Maite demostró que a lo mejor que nunca es tarde para volver a intentarlo. Hay que insistir y perseverar porque los sueños siempre se pueden conseguir.  

Te lo dice un amigo. 

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