¡Hola, amigos! Les voy a contar algo que me pasó hace algunos días. Terminé el noticiero de la mañana, tuve una reunión, después almorcé algo rápido e hice una pausa para estar un rato tranquilo antes de empezar Atardecer, en la radio. Necesitaba tomar un cafecito y leer el diario, solo.
Fue ahí que de pronto paré un segundo y pensé: ¿Por qué tanta locura, tanta velocidad, tanto interés en hacer las cosas tan rápido? ¿Cuándo será el día en que uno empiece a ver la vida con ojos de turista?
Viste que cuando sos turista llegás al lugar, te sentás y mirás todo a tu alrededor. Medio que te olvidás del celular, lo cual está buenísimo. Tu humor está bien, tu amor está bien. Sos feliz.
De pronto volvés a tu casa después de las vacaciones y otra vez te enloquecés. ¿Por qué no miramos la vida con ojos de turista? Ese el gran desafío. Vivimos a mil, no miramos a quien está al lado, ni siquiera sabemos quién es nuestro vecino. ¿Cuántos son los vecinos que conocemos de vista y a veces no nos animamos ni a saludar?
Vamos muy rápido de un lado a otro. Y a veces de tan rápido que vamos nos perdemos de disfrutar.
Consejo de amigo: tratemos de vivir y mirar todo con ojos de turista. No importa si estamos de viaje o en nuestra ciudad. Frenemos, tomémonos un tiempito y mientras tomamos un café miremos a nuestro alrededor y miremos cómo es la vida del otro.
La vida es corta y todo es tan efímero que a veces al pasar tan rápido nos damos cuenta de que perdimos el tiempo.
Te lo dice un amigo.