Desde Unquillo, una pequeña localidad de las sierras chicas de Córdoba, Floppy Rivero pasó a formar parte de los escenarios más reconocidos de América y próximamente de Europa.
Hoy comparte su experiencia a través de sus redes sociales, capacitaciones gratuitas online, presenciales y viaja por el mundo. “Me identifico con la palabra ‘distinta’”, asegura la cordobesa especialista en color y poseedora de una historia de superación y perseverancia.
Nacida en Córdoba Capital y sin saber nada sobre peluquería, a los 10 años se hacía rodetes en el pelo para tener rulos al día siguiente para ir al colegio y le cortaba el pelo a todas las muñecas de su hermana. A los 21 años se presentó en una peluquería para trabajar haciendo uñas, pero la terminan contratando como ayudante para lavar el pelo, barrer y limpiar. Ese fue el inicio del camino que hoy la ubica entre las referentes de la profesión. “Arranqué y a la semana ya aplicaba tinturas, lavaba cabezas, secaba, planchaba, hacía tratamientos. A los dos años de estar ahí me di cuenta de que realmente me gustaba y decidí estudiar. Hice los nueve meses de peluquería para tener el título de estilista y terminé estando cuatro años y medio en esa ‘pelu’”, relató Floppy.
Todo su comienzo de vida se dio en un contexto de pobreza extrema, en un barrio humilde y con situaciones complejas de atravesar por la niña y adolescente que era en ese entonces: “Nos criamos a pan y mate cocido”, contó Floppy Rivero. “Fuimos a colegios públicos, nos arreglamos como podíamos, mis viejos trabajaban de changas; mi vieja, de limpieza, mi papá era pintor. Nos crió mi hermana más grande, -que actualmente forma parte de mi equipo de trabajo y es un eslabón fundamental para mi – porque mis viejos tenían que laburar, ella era la responsable de cuidarnos, de llevarnos al colegio y de que no nos golpeáramos. Tuvo que madurar por obligación”, contó.
En sus inicios, sus objetivos giraban en torno a poder mantener su pequeño primer salón que logró armar en un reducido espacio en el frente de la casa, y aprender todo lo que se pueda. Actualmente tiene más de 100 mil seguidores en Instagram, tiene su propia marca impuesta en el rubro y sus nuevos objetivos constan en posicionar a la mujer en la profesión: “No hay artistas mujeres reconocidas en la Argentina, muy pocas son las reconocidas en Latinoamérica. Es un negocio que el 95% de las peluqueras son mujeres, hay pocos hombres pero son los que manejan todo el negocio. Es poco cotidiano en este rubro ver a artistas que suban a un escenario principal con un nombre independiente como es mi caso ya que casi siempre lo hacen a través de una marca y busco un poco romper eso, creo que se está logrando bastante”, afirmó Floppy Rivero.
Además, la estilista remarca la importancia de entender que “equivocarse es parte del proceso, no existe el ‘no equivocarse’ en esto y que la suma de los errores termina generando un profesional”, más que nada al referirse a aquellos peluqueros o peluqueras que no se atreven a emprender cosas nuevas en la profesión por frustración o inseguridades. Y agregó: “En las capacitaciones que doy hacemos un descanso para hablar de lo que es la frustración de la mayoría de los peluqueros que no pueden trascender. El peluquero no acepta equivocarse, todo el tiempo está mirando qué hacen los otros peluqueros, tratan de imitar y se olvidan de la parte creativa. La peluquería es un arte y hay que tratar de copiar pero ponerle la propia letra de uno, hay que ver qué hacen los demás pero poner nuestra impronta y estilo.
Los procesos no son cortos, nadie logra el éxito en un año o dos, es largo el camino, hay que trabajar duro”. Floppy Rivero dice identificarse con la palabra “distinta”, que de hecho la tiene tatuada en su cuello y reivindica el desempeño de la peluquería “under”: “Realmente me siento distinta y justamente no considero que haya peluqueras malas o buenas, sino distintas, cada uno tiene que ser distinto. Y también me identifico como
peluquera under. El camino de un peluquero para llegar a ser reconocido siempre fue a través de las marcas, y como en mi caso fui por el under, cuando llegué a tener más visibilidad en redes sociales las marcas comenzaron a interesarse en mí”.
Brindando contenidos que nadie compartía en sus vivos de Instagram, Florencia logró hacerse conocida porque ningún peluquero revelaba las fórmulas que utilizaba en cada aplicación del color, algo trágico en el mundo de la peluquería porque cada una de estas se cuida como un secreto profesional. “Salir en un vivo a decir un montón de fórmulas y que todo el mundo lo viera era como ‘che, hay una loquita en Instagram que está diciendo todas las fórmulas’, entonces ahí fue como, sin querer queriendo, me empezaron a escribir muchas personas para que las capacitara”.
En la pandemia Floppy y su equipo empezaron a lanzar cursos online donde inicialmente se vendieron 17 mil y ese fue el motor para comenzar con las capacitaciones presenciales. El primer año hicieron 68 cursos en 16 localidades de distintas provincias; el segundo año 48 más y 9 en el exterior y el año que viene tienen proyectado más de 10 fuera del país, incluyendo Europa. Las capacitaciones se caracterizan principalmente por usar el idioma del peluquero no técnico”, afirmó la profesional en color.
“No educo, sino que comparto lo que hago a diario en el salón”, concluyó Floppy.